viernes, 14 de agosto de 2020


GAVIA: NOVEDADES

BITACORA PARA REFLEXIONAR……

ARCHIVOS EN LA ERA DIGITAL. ¿TIENE FUTURO EL PASADO?

Quienes preservaron la memoria deben lidiar con un vértigo tecnológico que vuelve obsoletos hasta los más recientes métodos de registro.

Un anillo. Adentro de la caja había eso: un anillo de metal. La mujer pasó días tratando de ordenar el legado del último de sus suegros y las cajas heredadas ya se habían convertido en su pesadilla. No era para menos: cada una estaba cerrada con llave y las llaves, las contó, no sólo eran centenarias, sino también centenares. Tuvo suerte: después de un par de intentos una caja se abrió y ahí estaba el anillo con una inscripción interna: Bronthë, marzo de 1855. Demasiado tentador como para no seguir investigando. Dio así con un dispositivo de apertura y descubrió, adentro del anillo, pegada al metal, una trenza de pelo y, afuera del anillo, una historia notable. Aquella sortija sería,  según los expertos, parte de la joyería funeraria que rodeó la muerte de la autora de Cumbres borrascosas. En esos días, conservar los cabellos del muerto amado era de rigor. Existía, además, un código  de materiales: si la muerta era virgen, los anillos eran de esmalte; si se trataba de un niño o niña, se usaban perlas. Cada muerte exigía las joyas adecuadas.

La anécdota del anillo de Charlotte Bronë habla, entre otras cosas, de nuestra relación con el pasado por obra y gracia de los objetos. ¿Qué guardamos? ¿Por qué elegimos conservar pelo, una imagen o un suéter que sólo retendrá por algún tiempo el perfume del ausente? ¿Será que, como anotó Goethe, “conservamos las cartas  para volver a leerlas y al final las destruimos por discreción. Desaparece así el aliento  vital más hermoso e inmediato, irrecuperable  para nosotros y para los demás?

Más aún: ¿Cuáles de todas las cosas inanimadas que hoy nos rodean se volverán recuerdo?  Porque muchas de ellas se perderán sin más. Sin despedidas. Pero cuando regresan, ay. ¡Cuándo regresan! ¿Quién no se ha desarmado revisando algún cuaderno  de cuando los chicos realmente lo eran? ¿Quién no fue apuñalado en el alma por una muñeca, una cajita  de música o cualquier otra forma de nostalgia en miniatura?

Somos lo que recordamos: editado, deformado, idealizado. Pero somos eso: lo que recordamos y también lo que olvidamos. El tema es que en el mundo de hoy se requiere un gran esfuerzo por sostener la memoria del pasado. Pero eso es fundamental, porque el pasado nos construye  y tiene que ver con lo que hoy somos.

¿Para qué recordamos?  “Para no repetir, por sobre todas las cosas”, precisa Patricia Faur, psicoanalista  y autora de Prisioneros del pasado.(Editorial Planeta)

Con todo, mucho del pasado que insistimos en conservar se retira sin hacer ruido, sin siquiera avisar. ¿Quién puede ver hoy las ecografías grabadas, en digamos 2002? ¿En esas videocintas  del tamaño de un ladrillo? O, ir aún más atrás, ¿quién puede disfrutar hoy del viejo vicio de pasar un casete una y otra vez, cuando los dispositivos que hacían la magia son  (literalmente) piezas de museo? En este nuevo orden de cosas regido por la obsolescencia programada, por lo concebido para extinguirse al cabo de algún tiempo (no importa si aparatos, enseres o sonidos), ya ni siquiera es necesario que algo se pierda o se rompa para que desaparezca: alcanza con que las máquinas que les daban sentido dejen de existir.

No debemos omitir los cambios sociales, que por múltiples factores inciden en los cambios culturales, los modos operandi de los velatorios por ejemplo, antiguamente se enterraba al difunto/a , con sus mejores prendas, joyas, y hasta alguna otra cosa que había  pedido expreso,  anterior hubiera manifestado. Hoy, despedimos en la empresa funeraria que se hace cargo de todo, partiendo desnudo/a , como llegó a esta vida, con una mortaja y nada más. La vigilia se hacía en la casa, hoy en sala empresarial, se hacía vigilia de la cruz, que después iba a su tumba, y luego se colocaba un crespón negro en la puerta de la casa como señal de luto, independientemente que los más allegados tenían la ropa de luto con tiempo social acordado tácito, algunas lo llevarían hasta que partieran también. Podríamos profundizar en el análisis de los cambios culturales y sociales que en lapso breve a incidido avasalladoramente, dentro de una generación nativa digital, que no conoce su pasado, porque su paradigma es el futuro, la instantaneidad, el consumo y el descarte de una carrera de competición por lo nuevo.

VOLVER A RECORDAR

¿Cómo se preserva hoy el pasado? Mejor todavía: ¿qué pasado es ese que consideramos digno de ser preservado? ¿La Historia muestra que no hay inocencia en lo que perdura? Detrás de cada monumento, carta, óleo o testimonio salvado del naufragio de los días hay a menudo lo mismo que frente a la destrucción: una voluntad actuando. En Estados Unidos, por caso, el Colectivo XFR es un grupo de archivistas por demás particular. De día, trabajan en Bibliotecas e Instituciones; de noche, lunes tras lunes, se dedican a digitalizar antiguas grabaciones de personas, grupos y acontecimientos que no son tenidos en cuenta por esas mismas Instituciones, pero ellos consideran que es importante preservar. Registros de reuniones vecinales, grupos afroamericanos, inmigrantes, todos esos que no “caben” en la historia oficial, son bienvenidos a este proyecto colaborativo, voluntario y nocturno. Todos estos materiales son hechos públicos por voluntad de sus poseedores  y subidos a un repositorio al que se puede acceder libremente: https://archive.org/

Más cerca en el tiempo y en el espacio (en abril, y en Buenos Aires) un congreso de archivistas (Archivos personales en transición: de lo privado a lo público, de lo analógico a lo digital), volvió a poner sobre el tapete la cuestión central: ¿qué de todo eso que llamamos “pasado” logra llegar a nosotros? Peter Chan, profesor de la Universidad de Stanford y, como reza su tarjeta, archivista digital, se encarga de rescatar los correos electrónicos  de políticos, escritores y personajes famosos. Pero para lograr su cometido, sabe también que hacer ciertas concesiones al olvido es el prerrequisito para que al menos algo de lo sucedido salga a luz. “A menudo, si los donantes no pueden controlar eso que donan, optan por quedarse con los archivos y no hacerlos públicos. Pero cuando pueden decidir sobre eso que van a dar a conocer, su actitud cambia, ganan en confianza y abren sus documentos”, explica. Es por eso que el profesor Chan y su equipo crearon  un sistema (en realidad, un software gratuito y de código abierto llamado ePADD), para analizar grandes archivos de posible valor histórico y cultural. Mediante el mismo, los potenciales donantes de correos electrónicos, por ejemplo, pueden rápidamente y de un modo muy simple, “editar” esos materiales. Pueden borrar sus nombres, fechas y todo lo que consideren necesario eliminar antes de concretar la donación a, supongamos, una universidad, liceo, o un grupo de estudio. “Es tener o no tener nada”, explica Chan.

Mientras tanto en casa, todos seguimos confiando casi a ciegas en materiales y tecnologías indignos de la confianza que les dedicamos. Videos, cintas, archivos digitales: todo está condenado a desaparecer y a menudo esa futura desaparición no sólo nos deja sin las imágenes de los primeros veranos en la playa o la última imagen de la abuela; también nos expone a peligros que ni siquiera podemos calcular. “Estamos construyendo una cultura basada en la información y la comunicación, pero con pies de barro”, alerta Alejandro Tortolini, profesor de Inclusión Digital y Políticas Públicas en la Universidad Nacional de José C Paz (Buenos Aires-Argentina). “Los dispositivos de grabación y lectura digital tienen vidas muy breves. Ya casi no podemos leer lo grabado en un diskette o un CD, y el pendrive  que llevamos en el bolsillo tiene una vida útil de diez años”. Al perder esa información, corremos dos riesgos. El primero es perder la información fundamental para el funcionamiento de las cosas. Por eso hay proyectos francés como el que dirige Patrick Charton en Francia, que consiste en desarrollar formas de preservar la información sobre la localización de los depósitos de residuos  nucleares franceses, que seguirán siendo peligrosos durante miles de años. El segundo riesgo es identificar: olvidar que tenemos una historia, una cultura, una forma de pensar que se debe trasmitir.

FRAGILIDAD 3.0

Sin embargo, en medio de un mundo que se deshace y se reinventa al compás de pulsos eléctricos, parecería existir cierta clase de cosas a las que no estamos dispuestos  a renunciar. Aun cuando, a veces, conservarlas  implique contar solo un remedo. Cuando, en marzo de 2001, los talibanes hicieron estallar los gigantescos Budas de Bmiyán, en Irak, solo quedó un hueco en la piedra rojiza. Nada por aquí, nada por allá. Hasta que una pareja de documentalistas chinos, Zang Xinyu      y Lian Hong tomo la causa en sus manos y “resucitó” a los gigantes mediante una animación en 3D. De la nada, catorce años después de la explosión, los Budas volvieron espectralmente al lugar en el que habían permanecido por quince siglos.

Hace unos meses, la hoguera de Notre Dame volvió a excitar nuestro impulso conservador, aquello que alguna vez Jacques Derrida bautizó como : “mal de archivo”. ¿Cómo se devuelve a la vida a una aguja caída, a una gárgola? “Con una impresora 3D”, contestan algunos. En efecto, la firma holandesa  Concr3 de (especializada en restauración de patrimonio cultural por esa vía) ha planteado revivir las centenarias gárgolas de Notre Dame imprimiéndolas en resina. Para que el efecto de la realidad sea completo, planean usar una mezcla de resina y cenizas del edificio quemado. Eric Geoboers, codirector de la firma, explicó: “Vimos el colapso de la flecha y pensamos que podríamos ofrecer una manera de combinar materiales antiguos con nuevas tecnologías  para acelerar el proceso. Así, recrear  y crear  una catedral que no es solo una copia  del original, sino una catedral que mostrará con orgullo su historia estratificada.

Con todo, detrás de cada uno de esos ademanes sobrevuela la conciencia del extravío. La certeza de que todo lo hecho, por bello o significativo que sea, vive bajo amenazas de desaparición. El anillo de Brontë habla de eso, Notre Dame también. Hoy o mañana, un atentado, un accidente, un simple olvido, puede terminar en segundos con todo. “¿Cuál es el sentido de los rituales de recordación?”, se pregunta Faur.”Casi siempre se trata de quiénes murieron, no mueren dos veces. Que el odio, los ataques o las bombas no destruyan una de las únicas cosas  que nos hace humanos: la posibilidad de recordar. De no dejar morir la Historia. Y eso habla de quiénes somos. Porque no se trata de vivir llorando las tragedias, sino aprender “. En palabras de Primo Levi, “si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede repetirse, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo: las nuestras también”. Y ahí está el hueco en Bamiyán para recordarlo. No podemos ignorar la era digital, porque estamos inmersa en ella, pero debemos amainar los sucesos, por eso: debemos preservar, hacer conocer nuestro pasado, y en nuestro caso específico, la institución, el habitar y transitar por ella, nos hace parte del pasado que construimos juntos todos los días, con sus peculiaridades, como la de este año, con la pandemia. El edificio testigo del tiempo material, pero también inmaterial, permanece, y estoicamente enfrenta los cambios, los habitantes transitorios, vienen en generaciones y pasan, cada una, se llevó consigo un recuerdo, que los volverá a recordar, evocando, contándolo a otros, ¿cómo eran las aulas? ¿cómo eran las exigencias por parte de los docentes, de aquellas épocas? ¿recordaran algún docente en especial? ¿por qué? de los otros docentes no se acuerdan, paso al olvido, porque contamos con la capacidad de olvidar. ¿Cuáles eran los textos, en que estudiaban? ¿el sistema de evaluación y calificación era igual al actual? ¿de qué recursos didácticos se valían los docentes para instrumentar sus aulas? ¿qué tecnología había? ¿los salones que persisten, algunos con cambios, son habitados, para los mismos fines? Podemos hacer el ejercicio de viajar en el tiempo, si no somos capaces de aprender y comprender, seremos capaces de conocer, porque tenemos huellas materiales e inmateriales para ello. Nuestro desafío, como bibliotecarios, como documentalistas, de un museo incipiente, que trata de crear un itinerario didáctico atemporal, está presente en el claustro educativo, y formamos un equipo, desde el mismo hacemos la invitación de que se integren, la apelación de participar y hacer participar, porque son parte y mediadores de esta generación digital.

Bibgo. Edilio Cardozo

 

LA IMPORTANCIA DE LA INFORMACIÓN Y LA EXPLOSIÓN BIBLIOGRÁFICA NECESIDAD DE CREAR UN CENTRO DOCUMENTALISTA

-      Sir Winston Churchill hizo hace muchísimos años una observación profética.  Dijo que “los imperios del futuro serían imperios del espíritu”. En estos días, la predicción  parece estar realizándose.

-      Las vertiginosas transformaciones en el campo de la ciencia y la tecnología no solamente están creando los fundamentos de una economía y una sociedad global: están permitiendo la conformación de un sistema de creación de riquezas basada principalmente en el conocimiento y en las comunicaciones.

-      En el futuro próximo el saber tendrá más importancia quizás que la posesión de capital. En la actualidad, el conocimiento y la información están muy concentrados a nivel mundial. Para algunos autores está concentración es todavía mayor que en el caso de las armas y de la riqueza.

-      Esto sucede también en los países. Hay áreas que concentran la oferta educativa, de la información y de las comunicaciones, generando con ello desigualdades entre las regiones y los habitantes en un mismo país.

-      Esto impacta negativamente la posibilidad de contar con los recursos- en cantidad y calidad- suficientes para atender las necesidades de capacitación de la población.

-      Esto es particularmente visible en cuanto a la dificultad para acceder a lo que se ha sido descripta como  “la explosión  bibliográfica”. El volumen de la producción bibliográfica plantea, entre otros problemas, la necesidad de disponer de recursos crecientes para la compra de información y, de otra parte, ser cada día más estrictos al hacer una selección en vistas a su adquisición.

-      A manera de información, es útil citar algunas cifras de este crecimiento de la documentación que se ha llamado “explosión bibliográfica”. Las publicaciones técnico-científicas duplican su número aproximadamente cada ocho o diez años.

-      Actualmente se publican por año más de 100.000 revistas científicas y se registran unas 300.000 patentes; en el campo mundial de la literatura técnico-científica se ha alcanzado ya la cantidad de 60.000.000 de páginas anuales.

-      D. Toffler, en su libro EL CHOCK DEL FUTURO, da un ejemplo que pone bien en evidencia esta explosión bibliográfica. Según el autor, en Europa se publicaban antes del año 1500  unos 1000 títulos por año; cuatro siglos y medio más tarde, en 1950, la producción se había elevado a 120.000 títulos anuales. Dicho de otra manera, lo que antes tardaba un siglo en publicarse, se publicó después en diez mees; diez años después, en 1960, se alcanzó la misma cantidad en sólo siete meses y medio y a mediados de 1970 la producción de libros alcanzó en el mundo la cifra de mil títulos diarios.

-      Las Bibliotecas o Centros de Documentación que aumentan su acervo documental de manera continua se ven apremiadas por el procesamiento de los materiales. Por ello, es necesario adoptar sistemas sencillos – aunque preferentemente universales – de clasificación.

-      A los problemas de tipo informativo que crea el cúmulo de publicaciones, hay que agregar también la duración vital de la información; ya que, en muchos casos, un dato publicado hoy deja de tener vigencia y es reemplazado  por otro a los pocos meses, y a veces , a los pocos días….

-      Por todo esto la tarea de informar resulta cada vez más compleja y difícil  de llevar a cabo, y los bibliotecarios o documentalistas deben buscar formas eficaces de hacer accesible la documentación, sean libros, revistas o documentos, a los usuarios.

-      Obtener la información necesaria para el desarrollo de la Biblioteca del Liceo Dr, Juan Gómez Gotuzzo, el Mu.P.A. y el futuro Centro Documentalista, procesarla y hacerla accesible al público, a los usuarios, investigadores, son parte de un mismo proceso: la documentación es un instrumento de fundamental importancia para tomar decisiones y actuar, no tenemos porque condenarla a una penable agonía en archivadores olvidados. Tampoco tenemos porque centralizarla si somos capaces de desarrollar mecanismos de cooperación institucional.

-       Artigas, Julio 2020.    Bibgo: Edilio Cardozo.

 

 


jueves, 6 de agosto de 2020

Recorriendo el Mu.P.A.

 

Somos tendencia. Estamos en YouTube.

 

1.1.   Mu.P.A(Museo Pedagógico Artigas)  CES, ubicación

1.2.   Equipo de trabajo

1.3.   Planificación estratégica

1.4.   P.A.T

1.5.   Reportes


1.1.   Ciudad de Artigas 2do y 3er. piso del Liceo Nº1 Dr. Juan Gómez Gotuzzo, Gral. Eugenio  Garzón Nº 594, esquina José Pedro Varela. Tel: 47723951/47723594 (FAX) Email: artigasliceodepartamental@gmail.com  

1.2.   Equipo de Trabajo: Inspección Regional del CES, Dirección Prof. Lourdes Bicudo, Sub Direcciones: Profesoras Lucilla González y Silvana Sánchez, Equipo de Biblioteca, Profesora POITE  Alicia Ronzoni.

1.3.   .Postear trabajo en la página

1.4.   Postear trabajo en la página

1.5.   Visitas. Entrevistas. Publicaciones.


miércoles, 5 de agosto de 2020

Registro Audiovisual.























Mueble de época destinado al guardado de discos en vinilo, de sonidos analógicos, en la parte inferior, correspondiente a las dos puertas, en la superior es para guardado de otros materiales.

Mueble abierto, se puede apreciar sus compartimientos.

Estantería donde se aprecia colección de muestras de nuestro suelo, piedras calizas, geodas, amatistas, agatas, cuarzo, pizarras, basáltica, y otras. Compartimos con la Biblioteca del Liceo, por esa razón aún no está en forma definitiva con sus especificiades para lectura del material expuesto.

Mayor visibilidad del estante con muestras de piedras naturales de nuestro suelo.

 Exposición de material lítico posiblemente de la cultura catalanense, dado que se recogio en la zona de Catalán, presumimos, dado que que tenemos expertos para su datación científica, ubicado en el estante superior, el inferior es de muestras del suelo, donde se aprecia un trozo de madera petrificado en tierra.

Visualizamos en el estante superior: un copiador a alcohol, que se utilizó muchísimo desde los años 60, en base a un papel de  carbón hectográfico, se transfería el contenido de las copias,  también venía en colores, con eso se hacía una matriz, se adhería al tambor (cilindro) y luego con la manija se iban sacando copias, fue muy útil y necesario, dado que no teníamos fotocopiadora. Tiene un dispositivo que permitía cargar con alcohol, lo que permitía su funcionamiento. Debemos señalar que antes del copiador alcohol, se empleaba la bandeja hectográfica, también conocida como gelatinógrafo o hectógrafo, que permitió hacer copias con el mismo objetivo educativo, pero no tenemos aún la misma para enseñar a los visitantes. Prosiguiendo en el mismo estante, tenemos casetes, que son formatos compactos de grabación de sonido y/o sonido e imagen, su soporte es una cinta magnética, acondicionada en caja con carrete. Se empleó muchísimo a partir de los años 70 hasta fines de los 90, donde se fue sustituyendo por el CD y DVD. Hubo una política educativa del uso de los casetes en sus dos modalidades, cursos de idiomas, que venía sustituyendo el uso de los discos, que era lo que se empleaba anteriormente; vale decir que el área de la música, también influyó, el liceo contaba con el salón "J", que estaba acondicionado con parlantes para la difusión de la música mediante el tocadiscos, que lo manejaba los profesores de música, de modo de reconocer sonidos, de instrumentos, y obras musicales. Luego se aggiorno con los casetes y los aparatos reproductores que los llamábamos " huevito" por su forma, y resulto más práctico, porque también se había perdido el uso del salón de música, por el incrementeo de la población estudiantil. Recordar que con  los video casete, se planificó cursos para directores, inspectores, pasaje de grados por áreas, teniendo como base la conferencias grabadas en video casetes, se creó : EDUCA CINE,(Disponemos de acervo de películas) para trabajar en el aula con películas recomendadas por el ese departamento de estudio. Señalamos la viveza criolla que cuando se enredaba la cinta, utilizábamos un bolígrafo para desenredar, y cuando se cortaba, lo enmendábamos con cinta adhesiva. Se podía replicar las grabaciones de los casetes, había aparatos con doble caseteros para esa función. Para el uso de los video casetes teníamos que disponer de una televisión moderna que permitiera la conexión con el video casetero, de lo contrario no se podía, de no contar con un sitio ya dispuesto para ese fin, era muy engorroso trasladar y contar con conexión en las aulas. Continuando, llegamos a las diapositivas, que también podríamos hacerlas caseras, y se usaban en el proyector, que hubo varios, el primero solo permitía poner dos diapositivas, y proyectar en pantalla o pared, luego vino el de carro, con mayor capacidad de diapositivas, y por último vino el tambor, era un recipiente en forma circular con compartimientos para las diapo, y traía control, que era lo más moderno. Al principio se auxiliaba la imagen con un grabador que explicaba, con una señal que era para cambiar de diapo, se combinaba los recursos, estos medios también se usaban para conferencias, ponencias académicas o magistrales. Algo parecido salvando las distancias al empleo de hoy del POWER POINT.  Al final tenemos la prensa de metal, que tenía dos usos, era una copiadora, se ponía un cedazo de tela, el original, y luego el papel para copiar, parecido al hectógrafo; también se usó como prensa para los procesos de encuadernación.  Debajo en el estante, comienza con otro copiador alcohol, más moderno, que cuenta con un tanquecito de plástico para cargar el alcohol, el otro se embebía en un esponja que trae el aparato inserto como tablilla, lo que se corría el riesgo de quemar la matriz. Al lado se observa un retroproyector, que se trabajaba apoyando filminas, o hojas de acetato, que se podía escribir con marcadores indelebles, como señalar las proyecciones en pantalla o pared; escribiendo directamente en la lámina que se estaba proyectando, o valiéndose de un puntero, bolígrafo, para después usar el señalero laser, cuando apareció. También una vez incorporada la fotocopiadora se podía hace fotocopias y proyectar, como también imprimir a través del PC. Su empleo permitía la superposición de imágenes, lo que se podía aprovechar didácticamente y pedagógicamente, por su versatilidad de uso en todas las asignaturas de la malla curricular. Continuando tenemos un mimeógrafo a mano, también llamado clisotil polígrafo, hoy también obsoleto, se utilizaba mediante el picado de matrices, que se hacían en la máquina de escribir, sin cinta carbónica, lo que provocaba en el papel perforaciones, como esténciles, que luego el entintado y el pasaje del rodillo, hacía las impresiones, resultando más eficaz y eficiente, por la cantidad de la tirada que se podría lograr.(Contamos con matrices y papel carbónico para enseñar, como filminas y papel de acetato) Luego aparecieron los de imprenta profesionales, que eran más potentes, aunque el proceso de picado de matrices, continuaba, como el entintando, solo se programaba las cantidades esperadas; y no eran de mesa como el que estamos enseñando.